¿Sirve hacer un testamento?
Nos lo preguntan siempre. Y siempre respondemos lo mismo: sí, pero hay muchas cuestiones para analizar y la utilidad depende también de dónde se implemente.
Por eso, para despejar algunas dudas, compartimos cuatro aspectos clave sobre los testamentos.
A qué le llamamos testamento
El testamento es un documento a través del cual una persona determina -antes de morir- cómo habrán de distribuirse sus bienes tras su fallecimiento. En general, esta herramienta es un “primer paso” en la planificación patrimonial, que vale la pena tener en cuenta.
El testamento alrededor del mundo
Las normas de cada país difieren en cuanto a las formalidades que debe reunir un testamento. A modo de ejemplo, hay jurisdicciones que aceptan el testamento ológrafo -es decir, aquel que escribe el testador de puño y letra- y otras que no. Ciertos países exigen que los testamentos estén inscriptos en un registro público.
Atención: puede haber inconvenientes
Puede darse el caso de que no se pueda –por restricciones legales– designar como beneficiarias a las personas a las que se quiere transferir sus activos.
Puede haber requisitos específicos en cada lugar –incluso donde están situados los bienes–, y en cada lugar leyes que se contradigan con otras leyes.
Puede ser necesario un proceso judicial para determinar la validez del testamento y su ejecución, algo que genera demoras, costos y afecta la privacidad de causante y herederos.
Puede ser objeto de litigio para determinar el último domicilio del causante (la persona fallecida que motiva la apertura del testamento), algo importante de saber ya que tanto la validez formal como de fondo del testamento, así como la capacidad del testador, se rigen, en la mayoría de los países de Latinoamérica, por la ley del último domicilio del causante.
Cuándo es (más) útil un testamento
Aclaramos, siempre, que es imprescindible analizar caso por caso. De todos modos, en líneas generales, suele resultar útil cuando:
- No existen dudas sobre el domicilio del dueño de los bienes.
- La mayor parte de los bienes se encuentra en el país de residencia del causante.
- No hay interés de proteger el patrimonio, sino simplemente de dividirlo ante el fallecimiento de la persona.
- No existe tampoco interés de obtener ventajas tributarias.
En cualquier otro caso, el testamento debería complementarse con algún otro tipo de estructura legal o fiduciaria.
En síntesis, el testamento es una herramienta clave y habitual en la planificación patrimonial, y suele ser una de las primeras a las que apelan quienes entienden que es importante estructurar correctamente un patrimonio. Por eso, se puede convertir en el “primer paso” de muchos.